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viernes, 23 de julio de 2010

Capítulo XIV: Radioterapia

El miércoles 19 de mayo visité el Instituto dónde seré sometida a la radioterapia, la técnica es para todos igual, una primer consulta en la que llevamos todos los estudios realizados, el especialista analiza y define las sesiones, en una segunda consulta que en mi caso será el 31 de mayo próximo me realizarán una simulación de la radioterapia y se marca la zona ha radiar, con tinta china, indeleble imagino, al día siguiente se inicia la radiación, que en mi caso será de 7 semanas consecutivas de lunes a viernes. Entre cada semana nos ve un médico para evaluar la marcha. Al finalizar deberé volver a ver al Dr. Badman.
En la primer consulta me atendió el Dr. Venanqui, fue muy amable, previamente le había tenido que dejar a su secretaria mi carpeta con todos los estudios, graciosamente en la carpeta tenía cosas personales que no debí dejar allí, como ser fotos de mis hijos, de Paloma y Remo (el perro de la casa), y todo lo relacionado al tratamiento de Lavenna. A esa altura me fue imposible separar las cosas, no sé que habrá pensado, pero antes que yo entrara había visto todos los folios.
Me revisó como siempre lo hacia el oncólogo, es una sesión rápida de masajes de mamas, cuello y axilas. Luego me hizo una serie de preguntas, como ser que operaciones tuve, enfermedades, partos, etc. y pasó a explicarme claramente en qué consistiría el tratamiento, que no era doloroso, que cada cuerpo reacciona diferente respecto de la piel no a todos le produce quemazón, pero me aconsejó no usar corpiños durante el tiempo que dure el tratamiento.
Me sugirió que no aumente de peso, había logrado luego de mucho esfuerzo entrar en el rango permitido por las máquinas, me aseguró que si aumentara de peso no podrían hacerme los rayos. Me costó mucho llegar pero me sentí muy bien de poder hacerlo y también pensé en cuantas personas deben estar limitadas y no deben poder recibir este tratamiento, no pude averiguar cuál es el límite en otros lugares o países.
Me restaba aguardar al 31 de mayo, es decir 62 días después de la última sesión de QT, mientras tanto seguiría con mi tratamiento para continuar adelgazando, me falta mucho para llegar a mi peso saludable, debo tener mucha perseverancia, espero lograrlo.
Llegó el día esperado, mi primer experiencia en esto de la radioterapia, llegué a las corridas al horario previsto, antes debimos pasar con mi hija Mar por la Bioquímica para que se haga unos análisis, como no le encontraba venas nos demoró más de lo pensado. No hay nada peor que una joven de mal humor a quien la pinchan varias veces para encontrar venas, en ayunas y por la mañana temprano.
Realmente son puntuales, a los 5 minutos de entrar un técnico me buscó en la sala para conducirme al lugar dónde se encontraban los aparatos, me habían informado que harían una simulación y me marcarían la zona con unos puntos tipo tatuaje. Me acordé que el día anterior había chateado con una compañera de trabajo, Patricia, que al saber lo de la simulación me dijo que le recordaba al operativo de escrutinio que tantas veces hicimos, también me recomendó no apurar mi regreso al trabajo, al parecer las cosas no estaban muy bien, en verdad a esta altura ya no extrañaba mi rutina de 32 años, más bien me preocupaba encarar de nuevo mis obligaciones sabiendo que habría migraciones de los Sistemas Operativos, lo que implicaría hacer cursos, estudiar e implementar lo nuevo, estando a unos 5 años de la jubilación, sinceramente no me producía placer ni fascinación alguna pensar en mi retorno.
Lo primero que me señaló el técnico es que debía desvestirme de la cintura para arriba completamente, incluyendo mi pañuelo de la cabeza y mi cadena. No sé que me produjo más pudor si mostrar mis pechos desnudos o mi cabeza con un incipiente y triste cm. de pelo, aunque parezca mentira me sentía muy incómoda por descubrirme. Me hizo acostar en una camilla muy dura, apoyando mi brazo derecho hacia arriba en un soporte de metal, girando el cuello hacia el lado contrario y sugiriendo que no respire profundamente, ni me mueva, ni hable, ni tosa, ni estornude. Que fácil!!! Luego de los primeros 5 minutos la posición resulta dura de mantener, se me acalambraban pies y manos, recuerdos que me dejara el malbendito paclitaxel, los dedos de los pies se me torcían hacia arriba, a los 15 minutos me quería morir. De cualquier forma traté de guardar la calma, pensaba en lo maravilloso que es el mar, su arena, el paisaje de una isla.
Junto al técnico trabajaba el Dr. Venanqui, se dictaban números de abscisa y ordenada, 30 de x, 27 de y, corregían, hacían girar el aparato que me apuntaba, también se movía la camilla hacia los lados y hacia arriba o abajo, luego el Dr. me marcó con un fibrón la zona afectada, cuando creí que terminaban, no estuvo de acuerdo con las imágenes y borró las marcas hechas en mi cuerpo para empezar de nuevo la tarea, en ese momento ya no podía pensar en nada para distraerme, solo cómo hacer para huir. Finalmente el técnico me hizo unos tatuajes con una aguja, sentí cada pinchazo y vi algo de sangre, no podía entender a quienes se hacen tatuajes como soportan eso en lugares muy sensibles y con el único motivo de lucir más bellos, según su criterio, el que no comparto en absoluto. Me he negado sistemáticamente a que mis hijos se hagan tatuajes, se los he prohibido terminantemente, ahora que me tocó pasar por esto tan simple, creo que ellos en realidad no se los hacen por temor al dolor.
Al concluir la tarea se acercó el Dr. para decirme que me había portado muy bien, (casi no me costó nada …) y que tuvo que corregir para tener más precisión, que debía ser perfeccionista. El técnico me dio un turno para dos días después para verificar las placas y al otro día recién comenzarían a radiarme. Generalmente creemos que todo será más rápido, pero los tiempos de los institutos y profesionales, son muy diferentes a los anhelados por nosotros, los impacientes.
Llegó finalmente el día de mi primera experiencia en esto de los rayos, hacía mucho frío y para llegar tuve que atravesar la ciudad cubierta de una densa y oscura neblina, me atendieron puntualmente a las 7:10 hs. de la mañana, una jovencita es la responsable de ubicarme en la camilla y aplicarme la radioterapia, es muy rápido y exento de dolor o molestias, me alegro muchísimo que fuera tan simple.
El viernes transcurrí por mi tercera sesión, hasta aquí no tengo síntomas adversos, Genial!!! Al salir acordé con Conrado, un sobrino de mi esposo, para ayudarlo a presentar un reclamo en una empresa de seguros porque tuvo un siniestro, una mujer abrió la puerta de su Renault Stepway justo cuando el pasaba por allí, recibiendo un buen golpe y arruinando su bicicleta, dada mi experiencia en siniestros, que en verdad nunca me tuvieron como protagonista, por suerte, pude ayudarlo. Anduve toda la mañana en el auto haciendo trámites y no sentí ninguna molestia, espero seguir así.
Por la tarde tuve consulta con el médico del Instituto Lavenna, Rubén me atendió muy diligentemente, me sorprendió un tanto encontrar en él a un profesional tan seriamente preocupado por el cáncer que padezco, me sugirió seguir con mi tratamiento pero aguardar a terminar los dos meses de radioterapia, para luego ajustar mi dieta, levantó mi ánimo diciéndome que realmente observaba que estaba haciendo las cosas muy bien, que siguiera así. Le aclaré que pensaba que mi participación de los grupos terapéuticos no debía incluir el tema de cáncer de mama, no porque fuera tabú sino porque no correspondía dar importancia alguna a eso, en ese ámbito. Respetó mi punto de vista. En realidad detesto tomar protagonismo por padecer una enfermedad, en los grupos debemos limitarnos a tratar la obesidad y sus implicancias, no me gusta ver miradas de pena o lástima, no sé si es orgullo, pero trato de hacer lo posible para que no sepan de esto. Siempre digo a mis amigas que mi cáncer no me provoca dolor o molestias, solo tengo que resistir el tratamiento de la enfermedad pero lo que me pone más fastidiosa es la gestión vinculada a ésta. Rubén tomó mis medidas para comparar las tomadas por la doctora que me vio en primera instancia, si bien en un mes bajé solo 5 kilos, las medidas bajaron muchos cms. por ejemplo mi muñeca disminuyó 8 cms. de diámetro. Es mucho no?
Le prometí a Rubén seguir en la misma senda y verlo en un mes. Por mi bien espero descender más y sentirme mejor conmigo misma, realmente me he abandonado inexplicablemente durante muchos años, poniendo como prioridades al trabajo, la familia, las obligaciones, sin darme cuenta que sin salud nada de eso importa, y para mi familia, que si me importa, sería una dolorosa carga muy pronto de seguir tan fuera de mi peso.
El lunes volví a la radioterapia, la jovencita que me irradia me sugirió algunos cuidados, usar desodorante sin alcohol, no depilarme con cera la axila, usar maizena, como en la época de las abuelas, mantenerme seca para no ampollarme, a medida que pasen los días iré notando cierta quemazón, espero no sea tan intensa. Debo reconocer que tengo suerte de hacer este tratamiento en plena temporada invernal, al fin una buena provocada por las demoras y contramarchas, deberé reconocer como acertado eso de … no hay mal que por bien no venga… siempre lo vi demasiado optimista a este dicho, error, error. De paso me he pescado un hermoso resfriado, ni en el peor momento de la QT con menos de 3000 globulitos blancos me agarré tamaño resfrío, pero como sabemos dura 7 días sin consulta médica y una semana consultando algún experto profesional. Solo debo poner empeño en no estornudar cuando me este irradiando con electrones, positrones, protones o como se llamen.